En un artículo anterior explicamos qué es un psicópata y qué lo caracteriza. En el presente artículo, en cambio, daremos un paso más y aportaremos algunas respuestas respecto a la (posible) locura del psicópata. Para acometer esta tarea tomaremos de referencia el libro Cara a cara con el psicópata (8ª ed., 2020) de Vicente Garrido.
La locura del psicópata: ¿realidad o ficción?
La locura, según la RAE, ¿es la locura del psicópata?
Para responder debidamente a si la locura del psicópata es real o no, lo primero que debemos hacer es definir el término «locura». ¿Qué es? ¿Qué rasgos son los propios de un loco?
La Real Academia Española (RAE) establece cuatro acepciones de la locura:
1. f. Privación del juicio o del uso de la razón.
2. f. Despropósito o gran desacierto.
3. f. Acción que, por su carácter anómalo, causa sorpresa.
4. f. Exaltación del ánimo o de los ánimos, producida por algún afecto u otro incentivo.
La primera de ellas no sirve para retratar al psicópata pues éste no se caracteriza precisamente por estar privado del juicio o de la razón, aunque sí afectado en su raciocinio hasta cierto punto. Ya volveremos más adelante sobre este punto.
La segunda acepción se refiere a algún dicho o hecho que sea un despropósito o un gran desacierto. No obstante, una definición de tal generalidad tampoco sirve para conocer o reconocer al psicópata. Después de todo, ¿quién está a salvo de cometer un despropósito o gran desacierto?
La tercera, por su parte, hace alusión a una acción anómala concreta, no a un estado, forma de ser o identidad de la persona. Por ejemplo, podría considerarse una acción anómala ir a hacer compras todos los martes a un supermercado vestido de elefante —sea por el motivo que sea— o conducir el propio vehículo en dirección contraria. No cabe duda de que tales acciones causarían sorpresa en los demás, pero no por tener semejantes conductas uno se convierte en psicópata. Con lo cual, tampoco nos serviría esta acepción de la locura.
En cuarto lugar, se toma por locura la exaltación del o de los ánimos. La que se pueda dar en un campo de fútbol cuando el equipo local marca un gol podría considerarse, por lo tanto, una locura. Lo mismo podría decir más de uno de lo vivido en una larga noche de discoteca. En definitiva, ni siquiera la cuarta acepción propuesta por la RAE nos sirve para determinar posible locura del psicópata.
Psicóticos vs. Psicópatas
Es necesario, pues, recurrir a otras categorías psicológicas para tratar de responder adecuadamente a esta cuestión.
Los psicóticos son aquellas personas que se distinguen por haber perdido el contacto con la realidad como consecuencia de sufrir una enfermedad mental crónica manifestada en delirios y/o alucinaciones. Esto es lo que suele darse en cuadros psicopatológicos como la paranoia y/o la esquizofrenia. Es decir, se da lo que en la primera acepción de la locura de la RAE se recoge: una privación del juicio o del uso de la razón.
El psicópata, en cambio, recordemos, «parece un tipo normal, pero es porque nos fijamos en lo que dice, porque tenemos la voluntad de creer a la mayoría de los que forman parte de nuestro entorno» (Garrido, 2020, p. 21). Por ello, Garrido define la psicopatía de la siguiente manera (p. 27):
Es un trastorno gravísimo de las emociones y los sentimientos de un individuo, que afecta también al razonamiento o juicio, en la medida en que éste difícilmente puede ser profundo o sensato si no viene arropado por el aprendizaje emocional que nos acompaña a lo largo de la vida por el mero hecho de acumular experiencias (…) Lo esencial del psicópata ha sido mostrar un comportamiento que no reconoce otra ética que la propia, libre de inhibiciones y frenos que a los demás nos impiden aprovechar nuestra ventaja o fuerza para obtener bienes materiales o una posición de privilegio.
Es decir, si la razón del psicópata se ve afectada —y no privada—, no es por sufrir delirios y alucinaciones, sino porque padece un trastorno gravísimo de las emociones y los sentimientos que lleva aparejado una conducta que transgrede los códigos morales más esenciales.
Por lo anterior, el psicópata ha sido «descrito en los primeros tratado psiquiátricos del siglo XIX como “alguien que está loco pero que no delira”, o un “loco moral”» (Garrido, p. 27). Ello nos lleva a afirmar que la locura del psicópata, a diferencia de la del psicótico, es de otro orden, pero no por ello menos real. «Los psicópatas son locos o estúpidos morales», señala Garrido (p. 27).
Por si todavía no ha quedado del todo claro, añadimos esta otra aclaración de Garrido (p. 27):
El psicópata está “loco” en el sentido de que no actúa como hace todo ser humano, sometido a unas normas y principios que se adquieren en el seno de la sociedad, a través de los años de aprendizaje en la familia, la escuela y en compañía de otros niños y adultos, sino que desafía toda ética y se arroga el derecho de inculcar toda ley, porque él está por encima de cualquier cosa que le coarte o le imponga obligaciones.
¿Es o está loco el psicópata?
La lengua española dispone de un interesante recurso lingüístico que no está presente en otras lenguas. Nos referimos a la distinción existente entre el verbo ser y estar. Este recurso nos permite realizar una última reflexión.
Si partimos del hecho de que el psicópata sufre un trastorno grave de la personalidad de tipo antisocial y que lo es a las veinticuatro horas del día, dicha psicopatía no ha de ser considerada como un estado más o menos mutable. Su psicopatía es, en realidad, algo relativo a su ser (esse), a saber, esencial (essentialis).
En conclusión, en la misma medida que no es del todo igual estar deprimido que ser un depresivo como tampoco estar obsesionado que ser un obsesivo, es procedente matizar que el psicópata, más que estar loco, es un loco. Un loco moral.
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