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Cristian Rodríguez: «La realidad siempre supera a la ficción».

19/01/2024

Cristian Rodríguez Jiménez

Cristian Rodríguez Jiménez es graduado en Criminología y Ciencias de la Seguridad en la Universidad Internacional de Valencia (VIU) y maestrando en Estudios Avanzados en Terrorismo por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). También es docente en el grado de Criminología en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y es el delegado de Comunidad Internacional y Seguridad Global (CISEG) en Chile. Forma parte del equipo de investigadores del Centro de Seguridad Urbana en la Universidad Alberto Hurtado (UAH). Asimismo, es vocal en relaciones internacionales en la Sociedad Española de Criminología y Ciencias Forenses (SECCIF) y coordinador en Iberoamérica de la Asociación de Diplomados Españoles en Seguridad y Defensa (ADESyD). Por otra parte, ha desarrollado una carrera como detective privado, tanto en España como en Hispanoamérica, ofreciendo colaboración internacional en la región.

D. Cristian Rodríguez, hoy, 19 de enero de 2024, se pone en preventa su libro Snuff movie. Filmando la muerte, editado por Sekotia y prologado por Paz Velasco de la Fuente. Díganos, ¿qué son los snuff movies?

El término «Snuff movie» es una leyenda urbana que gana mayor notoriedad en la década de los 70 y consiste en realizar una muerte coreografiada. Es decir, un agresor agrede, tortura, mutila, viola y asesina a su víctima para grabar toda la escena de violencia extrema con un único fin: vender ese metraje a un público selecto. La leyenda urbana se basa en que existe una industria cinematográfica clandestina, que se dedica a generar este tipo de metraje para luego venderlo o alquilarlo a un público en concreto. De hecho, es una leyenda urbana que ha llevado décadas en boca de muchos. Algunos dicen que existen, pero nunca han visto una película catalogada como snuff —a pesar de que hoy tengamos acceso a todo el contenido violento a través de redes sociales o en la misma superficie de internet—.

No obstante, ya hace décadas que circulan diferentes vídeos reales que resultan morbosos debido a que muestran aspectos que, tristemente, en la actualidad, existen.  Los tenemos a un sólo clic de distancia, como, por ejemplo, los vídeos de decapitaciones de la yihad, las miles de ejecuciones o asesinatos del sicariato en Sudamérica y Centroamérica, los suicidios de diferentes formas, los accidentes de tráfico, entre una serie de vídeos que no dejan indiferente a nadie. Anteriormente, era algo que podía estar catalogado como «bizarro» o «prohibido» y el acceso a este tipo de contenido estaba limitado por la falta de recursos o bases de datos.

Sabemos que los animales son curiosos por naturaleza y el ser humano no va a ser menos. Es decir, nos gusta curiosear y, si estamos ante algo que sea «bizarro» o «prohibido», más nos va a llamar la atención y la curiosidad. A consecuencia de ello, una mayor cantidad de personas querrá saber más de algo que no sabe si existe o no, pero, sí o sí, querrá ver e, incluso, llegará a pagar por visualizar. Además, se generan mayores expectativas por ser algo como el snuff.

Todo se resume en el morbo por ver algo, que, como hemos dicho anteriormente, puede ser calificado como «bizarro», pues no vemos todos los días a una persona que está torturando y asesinando a otra con el objetivo de grabarla y comercializar ese metraje, para obtener un lucro. El morbo y la curiosidad están a un paso de distancia y podemos estar bailando entre ambas.

Voy a poner como ejemplo un hecho que los españoles conocimos en las décadas de los 80 y 90. Se trata del bochornoso caso Alcàsser y la demagogia para generar un circo mediático y social, donde ya no importa la vida de unas niñas que han sido víctimas de algo terrible. El caso se convierte en un «cómo han muerto» y un «cuál es la red que está detrás», por si fueron víctimas de una red de altas esferas o de snuff movie. Y así hasta la actualidad. Es decir, el morbo por ver el peor de los escenarios, debido a no encontrar respuestas obvias y más sencillas, nos llevó a deshumanizar a unas pobres niñas y a forzar a sus familias a ese circo mediático. Sólo añadiré una cosa: la realidad, tristemente, siempre supera a la ficción.

¿Qué explicación psicológica y criminológica le podemos dar a la creación del fenómeno de los snuff movies?

Los snuff movies, como he explicado previamente, son una leyenda urbana. Es decir, no se ha podido confirmar la existencia de una industria cinematográfica que se encargue de producir una muerte coreografiada. Sabemos que existen videos de asesinos en serie que grabaron sus acciones, pero con un único objetivo: volver a recrear esos momentos en su soledad.

No obstante, actualmente disponemos de internet y podemos encontrar entretenimiento con mayor facilidad, compartir contenido y visualizar todo tipo de vídeos en la red. Por ello, el material de alto contenido violento se ha vuelto más fácil de compartir y no hace falta una darknet para ver el lado más oscuro del ser humano y cómo se puede llegar a cosificar y deshumanizar a una víctima que está siendo torturada, violada o humillada, sin que esas acciones nos generen rechazo.

Como expongo en uno de los capítulos, el morbo es la antesala de la deshumanización. ¿Por qué es la antesala de la deshumanización? Porque le quitamos a la persona cualquier rasgo de personalidad (sus características y su identidad) y la convertimos en nuestro entretenimiento, en nuestro momento de placer, para ver qué más le puede suceder. Esto es de lo peor de los seres humanos: grabar una situación crítica o de emergencia con nuestro smartphone para luego mostrarla o compartirla.

¿Por qué hacemos eso? ¿Por qué en vez de llamar a emergencias o a la policía, nos ponemos a grabar una situación compleja? Tenemos ejemplos simples como las peleas en las calles o el fenómeno que se denomina happy slapping, donde vemos violencia, ya sea entre adultos o niños, y que, en vez de tratar de resolverlos, se siguen grabando. ¿Por qué grabamos a alguien que se va a suicidar? ¿Para decir que hemos estado ahí y tener un tema de conversación el fin de semana con los amigos, mientras comemos unas pizzas?

Vuelvo a la pregunta inicial. El snuff movie siendo una leyenda urbana, es decir, siendo falso, no es más que el reflejo de lo que somos. Seres que hace varios millones de años se convirtieron en bípedos, pero que poco distan de lo que somos ahora mismo. El morbo mueve masas y nos unimos a ellas, siempre que no afecte a nuestra propia integridad o a quienes amamos.

Podemos estudiar la maldad desde diferentes perspectivas, es decir, desde una perspectiva psicológica, sociológica, criminológica e, incluso, filosófica. Es una cuestión a la que llevamos siglos tratando de dar respuesta. ¿Por qué podemos llegar a ser tan crueles? ¿Por qué nos podemos convertir en los monstruos de la vida de alguien?

¿Y por qué se difunden?

El snuff nace de la visualización de una muerte coreografiada, con el objetivo de obtener un beneficio económico con ese material. Como si de un videoclub se tratase. También hemos mencionado como causa el morbo, e incluso me atrevería a incluir ciertos rasgos de maldad en ciertos individuos.

Asimismo, la falta de barreras puede hacer que ciertos materiales se difundan. Expongo varios ejemplos: en las décadas de los 70, 80 y 90 se generaron varias líneas cinematográficas, como «Faces of Death», que se dedicaban a recopilar diferentes metrajes que incluían operaciones quirúrgicas, muertes, asesinatos, etc. De hecho, publicaron varias películas que se llevaron a cines. Por otro lado, a inicios del 2000 se publicó una película llamada «Terrorists, Killers And Middle-East Wackos» que, inspirada en el estilo de la MTV y «Jackass», incorporó el concepto de «Faces of Death» y añadió mayor violencia, con música punk-rock. Este film se visionó en diferentes salas, llegando a tener buenas ganancias económicas —debido a una alta recepción— a pesar del coste de producción. De hecho, el contenido mostrado es una versión Jackass de las diferentes formas de morir, que pueden ser el suicidio, las ejecuciones, actos del sicariato, etc. Cabe destacar que luego lanzaron el DVD y que todavía hoy se sigue vendiendo. Lo que está claro es que sin demanda no hay oferta.

Ya con la llegada de internet pasamos al siguiente punto: el de poder visualizar cualquier cosa que la gente quisiera compartir. Por lo tanto, aun filmando la muerte sin ánimo de lucro, la red te permite compartir y ver de todo, y de cualquier forma.

D. Cristian Rodríguez, ¿qué papel juega en todo esto el desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación (TIC)?

Creo que es el escenario del siglo presente. En la actualidad las TIC juegan un papel fundamental en la difusión de un mensaje propagandístico, como puede ser el de, por ejemplo, una organización terrorista como Daesh o Hamas. Pero desde una perspectiva criminal o, simplemente, de la búsqueda de violencia audiovisual han surgido nuevas modalidades que están muy asociadas al concepto snuff. Surgen fenómenos en la web.

Tenemos, por un lado, las red rooms, que forman parte de la mística de la dark web y deep web. Existen unas salas adonde se puede acceder y ver como una persona está siendo torturada y asesinada de múltiples formas. Además, se puede interactuar a través de un chat con el agresor y sugerirle las acciones que a uno más le plazcan. Para acceder a estas supuestas salas se debe pagar una cantidad de bitcoins y esperar a que llegue el acceso a la misma.

¿Pero qué suele ocurrir habitualmente? Que se paga, pero que nunca llega el esperado enlace de acceso. Y entonces el pagador se convierte en víctima de una ciberestafa. Sin embargo, normalmente, cuando somos  conscientes de ser víctimas de una ciberestafa denunciamos los hechos. Pero ¿quién en su sano juicio va a denunciar haber sido estafado por pagar una muerte en directo en la darknet? Dicho esto, podemos estimar que puede existir una cifra negra relativa a las personas que gastan dinero por ver algo de semejante grado de violencia desde la comodidad de sus casas y sin vulnerar su identidad.

Por otro lado, también está surgiendo un fenómeno nuevo en la red que se llama monkey hate u odio al mono, en español. Consiste en algo semejante a las red rooms, pero en el monkey hate sí tenemos una víctima real: un mono. Se tortura al mono sin llegarle a ocasionarle la muerte. Es decir, se le aplica una violencia extrema y los diferentes usuarios conectados pueden sugerir cualquier tipo de acción a la persona que está realizando la acción. Al mono se le lleva al límite de su vida y la acción violenta se detiene cuando el mono se encuentra a punto de morir a consecuencia del dolor aplicado. De hecho, se han descubierto ciertas redes internacionales que se dedican a este tipo de acciones. Si asociamos el porcentaje genético que compartimos con el mono —teniendo más similitudes que diferencias entre ambas especies— podemos intuir «por dónde van los tiros».

Si realizamos una reflexión prospectiva de este fenómeno, ¿qué es lo que hemos de esperar en los años próximos?

Personalmente, creo que estamos ante un momento histórico a nivel mundial. Es decir, estamos en una polarización y radicalización política que promueve contenido violento, el cual deshumaniza a la victima que está sufriendo ese daño. Llamémosle Hamás, ISIS, Hezbollah o cualquier lobo solitario de extrema derecha, pero, al fin y al cabo, internet es un caldo de cultivo.

De igual forma, compartimos contenido en redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea, y dentro de estas apps podemos divulgar cualquier tipo de material. La inmediatez, junto con el interés por algo bizarro, hace que cosifiquemos a la víctima.

También hay que destacar que estamos volviéndonos fríos al normalizar la violencia. Si no corregimos la cognición y conducta de los individuos de la sociedad, el monstruo que llevamos dentro echará a andar sin ningún tipo de correa, desinhibido ante cualquier evento. No es necesario un vídeo propagandístico de la yihad, en el que, sirviéndose de decapitaciones o inmolaciones, el mensaje político de terror sea el eje del mismo. Para contribuir a la deshumanización es suficiente con difundir un suicidio, un homicidio, una tortura o cualquier otro acto violento y morboso para el espectador.

Cabe afirmar que todavía nos encontramos con la resaca de la pandemia del Covid-19 que ha potenciado una evidencia que lleva años presente: la salud mental como problema principal que vulnera a muchas personas, en distintos hogares. Esto hay que situarlo en un contexto de individualización social, en el que mediante las redes sociales se potencia el narcisismo y la falta de empatía.

Todo este tipo de factores están siendo fundamentales para formular una hipótesis o una pregunta de investigación: ¿pueden existir las snuff movies en la realidad? Esta puede ser una temática para un capítulo de Black Mirror en un hipotético futuro cercano. Sin embargo, en base a los meses que he pasado navegando en la red, viendo las películas que hemos mencionado anteriormente, analizando foros anónimos como 4chan y leyendo comentarios en redes sociales como la antigua Twitter, Instagram o Telegram, entre otros, puedo concluir que la realidad siempre supera a la ficción. Lo digo tristemente, pero lo veo como un futuro cercano o un presente no tan lejano. Si somos capaces de deshumanizar una muerte o una tortura, ¿por qué no llevarlo a algo más? Sólo se necesitan a personas con capacidades y motivaciones para llevar a cabo acciones de esas características o semejantes.

Por suerte, en España contamos con grandes policías expertos en ciberdelincuencia y ciberseguridad que están continuamente analizando contenido de alto riesgo. Pero no podemos dejar la responsabilidad únicamente en manos de los cuerpos policiales y al sistema de justicia. Es decir, tenemos que empezar haciendo el cambio nosotros mismos y ser coherentes al recibir el material violento. Yo lanzo la pregunta: ¿nos gustaría que la persona que está siendo golpeada, torturada, mutilada, violada o asesinada fuera alguien que amamos? Si la respuesta es un no, borremos o denunciemos dicho contenido y no lo divulguemos para ver la reacción de nuestros amigos, y así evitaremos que por morbo se siga divulgando el referido contenido.

D. Cristian Rodríguez, ¿dónde podremos adquirir su libro?

El libro se puede adquirir desde hoy en la preventa de la editorial Sekotia. Así pues, querido lector, podrá leerlo muchísimo antes que el resto de los lectores. Sin embargo, el libro estará disponible el 26 de enero de 2024 en todas las plataformas, incluso en formato de libro digital. Principalmente, el libro estará en territorio español y, si no me equivoco, también en Portugal. Pero estoy trabajando para que también llegue en la mayor brevedad posible a los lectores de Hispanoamérica.

Eñaut Uruburu Martínez

Détective privé et criminologue à Lyon

Filia Temporis est une agence de recherches privées et psychocriminologie installée à Lyon. Nous vous aidons à découvrir la vérité pour que vous puissiez prendre les meilleures décisions. Nous intervenons sur toute la France et partout dans le monde.

1 Comentario

  1. Manoly

    Hola.
    Me ha parecido muy interesante la entrevista y, a la vez, escalofriante lo que cuenta.
    “La realidad supera a la ficción “ qué cierto y que triste a la vez
    Enhorabuena por tu blog y por darnos a conocer mejor el trabajo del detective, la criminología y psicología
    Saludos

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